Las hojas secas llaman con agonía e insisten con aridez. Son muchas con apariencia distorsionada y filos en sus ramas.
Por más camuflaje, su desierto brota con luces y un poco de sombra. Molesta y pica. Roza y ahoga.
Aún así no interesa conocer sus síntomas, mucho menos la definición indigna. Mejor deja su locura en el suelo o da al viento la orden de ir lejos.
Días de otoño con presencia o sin ella. Cambia la vida con buenas nuevas eternas. Espera en tu asiento con más aliento.